El aumento del colesterol de las grasas saturadas.
Antes
de nada, me gustaría parafrasear la explicación de lo que es
exactamente el colesterol, dato que me parece muy importante, para que
se entienda que el colesterol como tal, no es un problema grave:
El colesterol por sí mismo no es malo en absoluto, al contrario, es un componente esencial para nuestro organismo,
pero su concentración en sangre (en concreto, el contenido de
colesterol de las lipoproteínas) se utiliza como indicador de riesgo de
enfermedad cardiovascular porque aporta una información bastante
aceptable. Pero aunque la concentración del colesterol total (CT) y el
de las lipoproteínas de baja densidad-LDL (colesterol malo) suelen ser
en general indicadores útiles epidemiológicamente hablando (más
concentración se asocia a más riesgo), en ocasiones pueden aportar información incompleta para una cantidad importante de personas.
Además, la batería de indicadores del colesterol no está completa si no
incluimos el de las lipoproteínas de alta densidad-HDL (colesterol
bueno), y que precisamente tiene una asociación inversa a la de los dos
anteriores: a más concentración, menor riesgo.
Por
todas estas razones, últimamente se utilizan indicadores más completos o
globales y que se consideran más fiables para dar información sobre el
riesgo de enfermedad cardiovascular que el CT y el LDL de forma individual. Uno de los más utilizados es el coeficiente que se obtiene al dividir el colesterol total entre el HDL (representado como CT/HDL),
que se asocia a una reducción del riesgo cuando su valor es menor.
Insisto, todo ello lo trataré en los apartados dedicados al colesterol,
en el capítulo “Energía y metabolismo”.
Se detallan distintos estudios, en uno de ellos sustituyen las grasas saturadas por carbohidratos y la ecuación CT/HDL no varía, es más, hay estudios que demuestran que esta ecuación empeora cuando los carbohidratos son refinados. En comparación con las grasas trans, el coeficiente aumenta y en comparación con las monoinsaturadas y poliinsaturadas baja .
Pero,
además de esto, todavía hay algo más importante.... los ácidos. grasos
saturados se subdividen en otros subtipos (ác. mirístico, esteárico,
láurico, pálmico). Concretamente, el coeficiente CT/HDL disminuye con el
consumo de los 3 primeros y aumenta con el último (pálmico). Explicado
esto, los lácteos a diferencia de la carne, poseen pequeñas cantidades de ác. láurico y por ello, está estudiado que no tienen efectos negativos sobre la ecuación CT/HDL incluso en algunas ocasiones es positivo (y ahora digo yo ¿por qué tanto empeño en hacer leches desnatadas y semidesnatadas? aunque este tema da mucho que hablar, sobre todo porque la leche que nos venden hoy en día no se puede considerar leche, debido a la cantidad de hormonas , antibióticos y pienso que se le da a las vacas). Dicho esto no se entiende que una de las recomendaciones para reducir el colesterol sea la de eliminar los lácteos de la dieta (e incluso en algunas ocasiones todavía al mismo huevo)
Conclusiones hasta ahora:
1.
El aumento de las grasas saturadas a costa de los carbohidratos no
modifica significativamente el mejor indicador de colesterol utilizado
para medir el riesgo cardiovascular, el CT/HDL
2.
Al ingerir más grasas monoinsaturadas (MUFA) o poliinsaturadas (PUFA),
el valor del mejor indicador de colesterol utilizado para medir el
riesgo cardiovascular suele mejorar. Esta mejora no se sabe si es por el
beneficio que aportan los MUFA-PUFA o por la reducción que producen en
el porcentaje de las grasas saturadas, o por ambos factores.
3.
Hay ácidos grasos saturados, como por ejemplo algunos presentes en
algunos lácteos, que no influyen negativamente o incluso se asocian a
mejoras en este indicador.
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